El 2020 nos obligó a repensar la vida. Luego de no poder asistir a la oficina como estábamos acostumbrados, finalmente logramos adaptarnos al teletrabajo y estudio en casa, logrando integrar algunas actividades más, como el ejercicio, la lectura, el descanso a nuestro día a día.

 

Algunas personas cuentan que empezaron a comer mejor a raíz de poder preparar en casa en vez de comer en lugares rápidos y a veces en el carro para llegar a tiempo a reuniones. Otros empezaron a dormir pequeñas siestas. Otros en cambio, reportan haber pasado más horas frente a la computadora, pues las reuniones virtuales, el WhatsApp, el trabajo o estudio diario y hasta el ocio como ver una serie de Netflix, se movieron todas al mismo dispositivo: la pantalla.

 

Tantas horas sentados, muchas veces en sillas improvisadas para el trabajo, pues no contábamos con sillas especiales en casa, nos causó dolores de espalda, de cabeza, malas posturas y mucho cansancio.

Así es cómo ahora 3 años después, algunos están más cansados que nunca y otros, lograron experimentar un saludable balance.

 

La buena noticia es que hoy cada vez más personas han comprendido que el trabajo no lo es todo, que un buen desempeño no depende de la cantidad de horas que dediquemos, sino de la calidad y enfoque que le demos a las horas de trabajo y de nuestra capacidad de organizar nuestro tiempo. Hoy sabemos que somos más eficientes cuando hemos descansado y comido bien, y si además nos hemos movido de nuestro lugar usual, para cambiar de ambiente mientras lo complementamos con un poco de ejercicio y estiramientos. También valoramos la calidad de una buena silla, un escritorio y sus efectos en nuestras posturas. Hemos aprendido, un poco a la fuerza que balance es necesario para tener una buena salud física y mental.

 

Lo cierto es que hoy, hemos revalorado nuestra salud mental y física, nos hemos dado cuenta de lo importante y urgente que es tomarla en cuenta.
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